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Una historia de Europa (CV)

Belle époque, llaman algunos a aquel período de la historia de Europa; pero otros prefieren el término paz armada. Y el caso es que de ambas hubo. Desde la desaparición del canciller Bismarck (1890) y su sistema político, las relaciones internacionales parecían abocadas, imperialismo británico versus imperialismo alemán con Francia de por medio, a darse leña hasta en el carnet de identidad. Pero de momento, mientras discretamente unos y otros fabricaban armamento a toda mecha, la Europa oficial bailaba el vals y el cancán, aumentaba en un tercio su población y alcanzaba cimas de desarrollo económico, cultural, político y social sólo comparables a las que alcanzaría medio siglo más tarde, después de las grandes catástrofes que venían de camino, a partir de los años 60. En todos los aspectos, Europa era la monda. Teorías revolucionarias como la relatividad de Einstein, los quantas de Planck o el psicoanálisis de Freud ponían patas arriba el pensamiento tradicional, haciéndose asombrosamente populares. También las nuevas tendencias artísticas (literatura, artes plásticas, música) renovaban el concepto de la cultura. Además, novedades tecnológicas como la electricidad, el teléfono, el metro o el cinematógrafo cambiaban la vida ciudadana, hacían posible la difusión científica e intelectual y convertían las grandes capitales como París y Viena en lugares de moda cosmopolita que otra gran potencia transatlántica emergente, Estados Unidos (por entonces todavía sólo un paleto con mucho dinero), se esforzaba en imitar. Toda Europa, en fin, o al menos su parte más destacada y visible, era un continente de vanguardia, hasta el punto de que algunos pensadores de la época empezaban a manejar en serio la idea de que las fronteras interiores eran artificiales, retrógradas y absurdas. Pero cuidado; no todo era jolgorio social, ni mucho menos. La inevitable modernidad política estaba dando paso, paralelamente al poderoso nacionalismo de las potencias, a otro sentimiento nacional más modesto pero también ambicioso: el de las pequeñas naciones que aspiraban a regir sus propios destinos. Y así, entre grandes y chicos, por debajo de la aparente fiesta general el ambiente se iba emputeciendo con tensiones regionales, xenofobia y antisemitismo, sin que las corrientes pacifistas y de solidaridad internacional (El patriotismo es un atraso inoportuno y perjudicial, escribió el ruso León Tolstói), ni las conferencias, exposiciones y congresos que se habían puesto de moda, fueran contrapeso suficiente. El intento más notable, que el tiempo desvirtuaría mucho pero que se mantuvo hasta hoy, fue el de los Juegos Olímpicos, restaurados en 1896 por Pierre de Coubertin según idea de la Oficina Internacional de la Paz instalada en Suiza, que proponía encuentros atléticos entre estudiantes occidentales para favorecer el conocimiento mutuo y la paz mundial. Pero tampoco fue moco de pavo, en tal registro, la actividad de la II Internacional de trabajadores, de carácter socialista, paladín principal del pacifismo en esa época, que mantuvo una intensa actividad destinada a la juventud, a los currantes y a la situación laboral y doméstica de las mujeres. El problema fue que esas tendencias antibélicas (el francés Jean Jaurès propuso hacer huelga general si estallaba una guerra) se veían minadas por las tensiones internas en el seno mismo de la organización: antes que internacionalistas, o por encima de ello, la mayor parte de los partidos inscritos se sentían alemanes, austríacos, italianos, belgas, españoles o franceses. Así que a la hora de la verdad allí cada perro se lamía su órgano, hasta el punto de que a pacifistas como Jaurès acabaron dándoles matarile sus propios colegas. A Dios y la religión, que tanto habían marcado la historia de Europa, tampoco podemos dejarlos aparte; pues aunque muy rebajado, su poder terrenal seguía siendo enorme. El Dios ha muerto de Friedrich Nietzsche era más una frase que una realidad: destacados intelectuales declaraban su conciencia religiosa y el catolicismo no asumía del todo los nuevos tiempos, conservando en España, Portugal, Austria, Croacia, Eslovaquia, Polonia, Italia y buena parte de Francia una enorme influencia política y social. En aquel incierto amanecer del siglo, fiel a su añejo estilo, la Iglesia católica no renunciaba a controlar vidas y costumbres desde los púlpitos, las escuelas y los confesonarios. Lo resume bien la persona del papa Pío X (elegido en 1903), que detuvo las reformas emprendidas por su predecesor León XIII y mantuvo un agrio enfrentamiento con la palabra modernidad..

[Continuará].

____________

Publicado el 9 de mayo de 2025 en XL Semanal.

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ricarrob
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24 ddís hace

Belle époque, entonces. Chienne époque, hoy. Paralelismos, siempre los paralelismos, aunque sean antinómicos (que no autonómicos, no es lo mismo, aunque, hablando de nacionalismos… ).

La Iglesia recuperó, con Pío, Pío, la Contrarreforma oscurantista. Retroceso de la cierta apertura del León. Hoy, el nuevo León quizás siga por la senda de la esperanza en momentos en los que el laicismo ha ganado la batalla. El control de vidas y costumbres por la Iglesia en España llegó hasta 1975 con la connivencia del brazo de Teresa de Ávila y el Cerillita, eso sí, a duras penas.

Entonces, se estaba emputeciendo el ambiente europeo. Hoy se está emputiniciendo y trumpeteando, a pesar del pretendido progreso de los móviles y de internet. Eso sí, superando como se puede el desconcertante y desconectante apagón, del que nunca llegaremos a saber oficialmente sus causas. Al final, se lo enchufarán a cualquier trabajador de la REE que pasara por allí. Lo que tendríamos todos que pensar es que con lo achorizado por Koldo, Ábalos, Aldama y toda su comparsa, toda, podríamos construir una nueva estructura eléctrica nacional.

Retomando el tema de Europa (entonces no pertenecíamos a ella, éramos un apéndice subdesarrollado; ahora llevamos camino de lo mismo), quizás debajo del progreso, de los inventos, de los intelectuales de aquella época (quizás se tuvo, como ahora, una fe excesiva en la ciencia y en la técnica) y dando razón a la premonitoria visión de Nietzsche, además del laicismo, del descreimiento, la sociedad europea albergaba un poso de nihilismo que ya comenzaba a socavar la cultura y que puso las bases a nuestro actual relativismo y nuestros actuales movimientos post.

“Modernidad”. Parece una palabra simple pero es tremendamente compleja. A principios del XX significaba el progreso de la ciencia y de la técnica. Hoy, ha perdido su sentido y cada vecino toma la palabreja como le sale de las gónadas. No digamos los políticos de ahora. Además, según algunos descerebrados, estamos en la posmodernidad, algo que nadie sabe definir con fundamento,

Excelente resumen, don Arturo, de una época convulsa, entre bailes y champagne y can-can enseñando los paños menores (hoy tenemos Eurovisión con las artistas en bragas, sin ápice de calidad musical).

Saludos a todos.

Basurillas
Basurillas
24 ddís hace
Responder a  ricarrob

“Hoy, el nuevo León quizás siga por la senda de la esperanza en momentos en los que el laicismo ha ganado la batalla.”

Señor Ricarrob, le contesto a su aspiración de esperanza con un breve relato de mi invención escrito hace unos días:

” EL ÚLTIMO REDUCTO

Hace unos años, y por sorpresa, en una ermita de Alcalá de Henares pude ver como el antiguo párroco, muy querido por todos, y que ese día oficiaba la misa de forma extraordinaria, llamaba a una señora mayor a participar en la ceremonia. Y la vi repartir el sacramento de la comunión con total normalidad a bastantes fieles. Nunca sabré si aquello era cierto y válido o se trataba de una excentricidad de ese antiguo párroco ya entrado en años.
Pero hoy, en el año 2029, las reformas introducidas por el nuevo Papa León XIV en los ritos y estructuras de la Santa Iglesia Católica han hecho que ese recuerdo tenga el carácter de una situación completamente normal y habitual. De hecho hoy la mujer consagrada al sacerdocio realiza efectivamente todas las funciones que, durante milenios, estuvieron reservadas a los sacerdotes masculinos. Oficia matrimonios, bautiza, celebra misas, reparte comuniones y los últimos sacramentos a los moribundos, gestiona parroquias con total eficacia y eficiencia e, incluso, podría llegar al obispado en una diócesis. Ayer mismo me confesé con una mujer sacerdote.
Los argumentos fundamentales del nuevo Papa para propiciar los cambios eran de peso: en ningún lugar del Nuevo Testamento se prohibía tajantemente que el sacerdocio y sus funciones fuera ejercido por mujeres. De hecho fue una mujer, María Magdalena, la primera persona que tuvo noticia de la Resurección de Nuestro Señor, uno de los fundamentos de la Iglesia Católica. Tampoco se podía explicar que una mujer, La Virgen María, Madre de Jesús, pudiera representar y originar tan infinita devoción y amor entre los fieles y, al mismo tiempo, las mujeres consagradas no pudieran tener las mismas funciones en la Iglesia que los sacerdotes masculinos. Ya era el momento, dijo el Papa León en una famosa Encíclica (“Necessaria evolutio Ecclesiae”), en que la Iglesia evolucionara con los tiempos, diera ejemplo, y permitiera que más de la mitad de la Cristiandad tuviera la oportunidad de ser pastora de los fieles sin limitación alguna.
Desde entonces las vocaciones para el sacerdocio se incrementaron exponencialmente; los seminarios se abarrotaron de nuevas incorporaciones; el apostolado -y no sólo el femenino- volviera a los mejores tiempos en la historia de la Iglesia; las misas volvieran a multiplicarse y con una asistencia en progresivo y constante crecicimiento; y el número de misioneras y misioneros se extendiera por todo el mundo como una marea de santidad. El último reducto de desigualdad de género había caído y hasta los más recalcitrantes fieles de derechas y de izquierdas lo habían celebrado con alegría.
Gracias Señor. A tu mayor Gloria.”

Un abrazo, querido amigo, y un saludo a todos.

ricarrob
ricarrob
23 ddís hace
Responder a  Basurillas

Dios le oiga, estimado. Sería el final del misógino Pablo y sus diatribas machistas (no me refiero al de la taberna, aunque quizás, también; este se cayó del coche, camino de Galapagar, y vió la oscuridad luciferina). El malhadado día que se cayó del caballo, se inició la Iglesia patriarcalista.

Estupenda historia providencialista.

Un abrazo.

Aguijón
Aguijón
24 ddís hace
Responder a  ricarrob

Esos paralelismos… yo los veo así:

Con pájaras y petardos

De los creadores de “El virus tiene un origen natural” llega ahora a sus pantallas “Las renovables no son las causantes del apagón”.

Con pájaras y petardos
Nos despertamos a diario
Mientras los buitres y abantos
Justifican un Rosario,

Ya que pedirle las cuentas
A este felón tabernario
Es torear en Las Ventas
Camellos y dromedarios.

Si dijo el Gran Capitán:
“Picos, palas y azadones
Habrán venido a costar
En ducados cien millones”…

El rescate de Air Europa
Son seiscientos dieciséis…
Aunque eso apenas se nota
Porque vosotros queréis.

Sigamos con las entregas
A modo de folletín
Pero este pájaro vuela,
Vuela directo a Pekín.

Sólo es mi punto de vista…
Saludos.

Basurillas
Basurillas
24 ddís hace

Aquellos años (aprox 1870 a 1914) fueron el canto del cisne de la grandeza europea, antes de que los nacionalismos exacerbados lo llenaran todo de odio, miseria, dolor y sangre. Exposiciones universales, la segunda revolución industrial, colonialismo, impresionismo, los cruceros trasatlánticos, el cine, los primeros grandes almacenes, los cabarets… Todo se conjugaba para alcanzar el progreso, el brillo, la modernidad, la soberbia… hasta que el hundimiento del Titanic empezó a poner las cosas en su sitio y a la humanidad en un plano miserable y violento del que, en mi opinión, aún no ha salido. La Bella -e ingenua- época.

ricarrob
ricarrob
24 ddís hace
Responder a  Basurillas

Sí, sr. B., el hundimiento del Titanic fue todo un símbolo. Toda Europa se hundió un poco con él. La todopoderosa técnica nada pudo hacer contra un fenómeno de la naturaleza. La soberbia del hombre nuevo, del homo técnicus, del homo deus de Noah Harari, castigada con una nueva expulsión del paraiso tecnocrático.

Creemos estar en el culmen de la civilización, del dominio de la naturaleza, y un apagón gilipollesco nos deja sumidos en robinsones modernos. Los Titanic nos amenazan por doquier, en forma de Corredor, Sánchez y la ideología buenista imperante. Da igual que el vigìa de la alarma, la REE-Titanic seguirà adelante hasta romperse los morros contra el iceberg-renovables.

Un abrazo.

Francisco Brun
24 ddís hace

Me remite esta época al maestro Antonio Gaudi, sus obras son en mi opinión exquisitas esculturas habitables.

De nacionalidad española. Nació en Reus, una ciudad de la provincia de Tarragona, en la región de Cataluña, España.

Lo imagino al arquitecto en su taller con sus dibujos y fundamentalmente en la obra explicando a los excelentes artesanos como plasmar esas formas de la naturaleza, yendo a los diferentes talleres, y eligiendo los colores de esos revestimientos magníficos.
Me animo a decir que Gaudi no conocía la línea recta.
Si comparamos sus obras con las actuales del minimalismo, él está en la antítesis de estas.
Su muerte pareciera demostrar sus concentración en su trabajo, y su falta de arrogancia; se lo confundió en un primer momento con un mendigo o pordiosero por sus desalineada vestimenta. Curiosamente las personas que poseen un talento inigualable suelen ser modestos.
Aplaudo de pie al maestro Antonio Gaudí, sus obras forman parte de los frutos destacables de la civilización. El arte al menos, es una de las cosas que equilibra la balanza para bien, de los miles de actos miserables de los hombres por todo el mundo.

Cordial saludo

ricarrob
ricarrob
23 ddís hace
Responder a  Francisco Brun

Sr. Brun, el arte, el verdadero, es consustancial al ser humano. ¡Menos mal! De todo hubo en aquellos principio de siglo. A Gaudí lo encasillaron en el modernismo pero, en mi opinión, trascendía los calificativos. Como decía María Zambrano, el artista insigne conecta con lo sagrado, con el espíritu, con lo trascendente, con lo oculto. Y, creo que, el espíritu del arte gótico le habitaba.

De aquellos años, en pintura, es también Sorolla. Nunca nadie ha sabido reflejar en un lienzo la luz del Mediterráneo y el espíritu de las gentes.

De aquellos años, olvidemos por favor las vanguardias, con contadísimas excepciones.

Saludos.

Aguijón
Aguijón
22 ddís hace
Responder a  ricarrob

Pero de don Ignacio Zuloaga tampoco nos debemos olvidar…
Grandísimo pintor.
Saludos.

ricarrob
ricarrob
22 ddís hace
Responder a  Aguijón

Por supesto…

Francisco Brun
21 ddís hace
Responder a  Aguijón

Cuántos artistas quedan a la vera del camino. Por algún motivo pasan al olvido y las “empresas culturales” solo revisan una y otra vez solo a ciertos consagrados.
Siempre caemos en lo mismo, solo interesa aquello que brinda dinero seguro y rápido.

ricarrob
ricarrob
20 ddís hace
Responder a  Francisco Brun

O bien… les interesa a los políticos resaltarlos por sus afinidades ideológicas, no por sus valores artísticos…

Así, entramos en el terreno de los artistas políticamente correctos.

Eso si, dentro de 200 años, si la humanidad sobrevive, todos los artistas políticamente correctos hoy, pasarán al olvido, ellos y sus obras.

Saludos.

Aguijón
Aguijón
24 ddís hace

Recuerda León

Entre la “Rerum novarum”
Y la “Mater et magistra”
En España asesinaron
A unos cuantos estadistas:

A Cánovas del Castillo,
A don José Canalejas,
Al gallego Eduardo Dato,
Calvo Sotelo… y te dejas

Las veces que lo intentaron
Con quien entraba en la iglesia
Bajo palio y aclamado
Por libraros de la quema.*

*(Su “baraka” le salvó
De así perder la pelleja
Pues murió siendo mayor
Y con él la España vieja.

Antes de que eso ocurriera,
Con el concilio estrenado,
Mataron, a su manera,
A don Luis Carrero Blanco.)

Si alguna vez nos visitas
Recuerda esto, León,
Tu antecesor en la mitra
Parece que lo olvidó,

Haciéndose muy amigo
De los que en el 32
Expulsaron jesuitas,
Y él lo era, creo yo.

¿Quizá por eso no vino?
Me parece a mí que no,
Representante divino
Pero odiaba lo español.

PD:
A los frailes agustinos
No llegaron a expulsar,
Mejor les hubiese ido
A muchos de El Escorial.

Última edición 24 ddís hace por Aguijón
quiensabe
quiensabe
23 ddís hace

A Jaurés lo asesinó un tal Raoul Villain; con una l menos, villain, significa lo que ustedes suponen. El tal Villain fue absuelto tras la guerra y a Jaurés le llovieron homenajes póstumos. C’est la vie.

Jaime
Jaime
23 ddís hace

Ha habido que esperar al Capítulo CV de nuestra maravillosa Historia de España, pero por fin ha llegado. Gracias, maestro.
Entiendo y comprendo perfectamente que usted se toma muy en serio su labor y necesita sus tiempos -tiempos incansables de las personas que duermen poco- para redactar sus artículos.
Enhorabuena.