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Care Santos: “El amor es capaz de salvar los recuerdos de toda una vida”

Care Santos: “El amor es capaz de salvar los recuerdos de toda una vida”

La escritora Care Santos narra la historia de amor de sus padres en El amor que pasa, una novela emocional, profunda e íntima a través de la correspondencia entre Antonio y Claudina, un retrato de una época, dos familias y un amor que es “capaz de salvar los recuerdos de toda una vida”.

Antonio Santos baja del tren en la estación de Francia en Barcelona un 22 de diciembre de 1955, veintiséis horas con veintitrés minutos de viaje y 1.137 kilómetros desde que el tren salió de la estación de Sevilla; una chiquilla lo espera seria, nerviosa, se llamaba Claudina Torres: se conocerán después de doce meses de correspondencia.

“Las historias que tenemos cerca no las valoramos hasta que es tarde”, ha comentado Care Santos, autora de Media vida o Habitaciones cerradas, este miércoles en rueda de prensa para presentar su última novela, editada en catalán por Columna y en castellano con el sello Destino. La autora ha explicado que siempre ha sabido que tarde o temprano escribiría esta historia. Su madre le puso una sola condición: “Espera a que me muera”. Santos empezó a escribir esta novela hace muchos años, antes de la muerte de su madre en 2023, pero sin acceso a las cartas acabó siendo una “ficción que no quería”, y ahora la escritora se alegra de no haberla publicado: “Esta novela necesitaba tiempo; ahora entiendo más la vida y qué es contar historias. La historia no la podía escribir en vida de mi madre”.

Efe / Marta Pérez

Así, Care Santos explica en su última publicación la inusual e inesperada historia de amor de sus padres a través de las más de 800 cartas que intercambiaron antes de empezar una vida juntos: “Aquí acaba nuestra historia por escrito y empieza la vida”, narró su padre en correspondencia. “Mis padres siempre hablaban de esta historia, era un tema recurrente”, ha detallado Santos, que se dio cuenta de que no lo podía explicar todo en el libro y procuró no dejar ver su emoción en las líneas: “Mis lectores no tenían que sufrir mis emociones y, aunque fue duro, tuve que sacrificar muchas cosas. Si la novela se lee con gusto es porque muchas cosas no están”.

Su historia empezó un año antes del viaje, cuando inesperadamente Antonio Santos recibió cartas y cartas, todas escritas por mujeres que no conocía, y algunas citaban un anuncio, una revista, Cine-Mundo, o un deseo que, por lo que parecía, él había expresado. Con las primeras cartas se acercó a un quiosco en búsqueda del semanario de variedades cinematográficas y lo hojeó rápidamente hasta la sección que buscaba: “Solicitan correspondencia”. Letra pequeña, seis columnas, docenas de nombres; buscó el suyo y lo encontró, como temía: “Antonio Santos, calle Rafael María de Labra, Sevilla. Con chicas españolas, portuguesas y latinoamericanas de 17 a 55 años”.

“Mi padre tuvo un romance con dos hermanas gemelas a la vez, y cuando se enteraron de que compartían novio se vengaron. Pusieron un anuncio en Cine-Mundo y mi padre recibió más de 500 cartas; una de esas, la de mi madre”, ha desvelado Santos. Por otro lado, su madre tenía una fijación: quería casarse con un sevillano. Así que, al ver el anuncio, probó suerte y envió una carta rosa y perfumada. “Mi padre estaba loco como una cabra. Tenía una fachada seria y nos engañó a todos”, ha aseverado Santos, pues el hombre de las cartas se enamoró de una forma alocada e imprevista: “Si fuera mi hijo, le diría: ¡Para! Estaba hablando de matrimonio en la quinta carta”.

La escritora asegura que escribir la novela ha sido “un reencuentro y un descubrimiento”, pues a causa de la temprana muerte de su padre compartieron pocos años, y para Santos el reencontrarse fue toda “una sorpresa” y descubrió muchas cosas que no sabía de él. “Cuando quiso, mi madre me explicó qué le pasaba: había sacado del armario la caja con las cartas de papá y las estaba leyendo de nuevo, por primera vez en todos aquellos años. Le pregunté si me dejaría leerlas. Contestó, como siempre: cuando me muera. Me he vuelto a enamorar de tu padre”.

Care Santos vaciaba la casa de su madre tras su muerte y no encontraba las cartas por ningún lado, hasta el día de su cumpleaños cuando, por casualidad, encontró una caja con su nombre: “Las colocó en sobres; me las encontré todas preparadas. Fue el último regalo”.

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